La capacidad de adaptarse con rapidez al entorno es una de las capacidades más importantes para sobrevivir, sobre todo en tiempos tan acelerados como los que vivimos. Los biólogos saben, desde hace ya bastante, que numerosas especies de aves eligen cuidadosamente los materiales para construir sus nidos, añadiendo incluso determinadas plantas aromáticas, como la menta, el curry o la lavanda, con el objetivo de proteger a sus polluelos frente a parásitos o insectos no deseados. Se han realizado estudios muy curiosos en los que, por ejemplo, analizaban los nidos de herrerillo común (Cyanistes caeruleus) y descubrieron que, de entre los cientos de variedades y especies
vegetales que se encontraban a su alrededor, apenas utilizaba diez de ellas en busca de la combinación química perfecta que alejara los insectos. De hecho, si los investigadores retiraban alguno de estos elementos, como por ejemplo la lavanda, el herrerillo volvía a colocar una nueva rama o brote de la misma clase apenas unas horas después.
vegetales que se encontraban a su alrededor, apenas utilizaba diez de ellas en busca de la combinación química perfecta que alejara los insectos. De hecho, si los investigadores retiraban alguno de estos elementos, como por ejemplo la lavanda, el herrerillo volvía a colocar una nueva rama o brote de la misma clase apenas unas horas después.
Conociendo esta laboriosa precisión a la hora de fabricar sus nidos, muchos biólogos se han estado preguntando, durante los últimos años, por qué cada vez más especies de aves han empezado a incorporar colillas de cigarrillos a sus materiales de construcción. En 2012, un grupo de investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México se dispuso a conocer las razones y comenzó un estudio al respecto. Para ello eligieron a dos especies a las que se había detectado utilizando colillas para construir sus nidos: el gorrión común (Passer domesticus) y una especie de pinzón, conocida como camachuelo o pinzón mexicano (Carpodacus mexicanus).
Los resultados de estas investigaciones fueron publicados en Biology Letters of the Royal Society, y apuntaban a que las dos especies estudiadas utilizaban los cigarrillos como protección contra parásitos, piojos o ácaros. Para este estudio los investigadores utilizaron colillas de cigarrillos, que fumaba una máquina especial, y que dejaron en las proximidades de las dos especies de aves. Posteriormente, utilizaron trampas térmicas para comparar la presencia de insectos y otros ácaros en los nidos que utilizaban colillas y los nidos que no utilizaban colillas. Efectivamente, los nidos a los que se añadieron cigarrillos tenían una menor cantidad de parásitos e insectos molestos. La explicación es múltiple. Estas colillas poseen restos de infinidad de sustancias, entre ellas nicotina que posee un efecto repelente para estos insectos, pero también contienen leves trazas de pesticidas, herbicidas y otros químicos utilizados en la agricultura del tabaco.
El tiempo ha pasado, y hace tan solo unos días este mismo equipo de biólogos mexicanos acaba de publicar un nuevo estudio en el Journal of Avian Biology en el que confirman sus investigaciones y las amplían, demostrando mediante un ingenioso experimento los resultados obtenidos en el anterior estudio. Su artículo se titula “una demostración experimental de que los pinzones comunes añaden cigarrillos en respuesta a los ectoparásitos”. En esta ocasión los investigadores han ido un paso más allá y han analizado de cerca la conducta de las propias aves. Para ello organizaron dos grupos de pinzones comunes (uno de ellos como grupo de control) y colocaron diferentes parásitos, vivos y muertos, en los nidos de estas aves, comprobando que, cuantos más insectos vivos había en el nido, más cigarrillos traían los pinzones. Por otro lado, si en el nido tan solo había parásitos muertos, los pinzones no traían colillas.
Por otro lado, aunque los beneficios de esta nueva conducta parecen claros, los investigadores aún no están muy seguros de los posibles riesgos para los polluelos. Crecer y desarrollarse en un nido, rodeados por unos elementos potencialmente tóxicos podría tener repercusiones que, a buen seguro, deberán ser analizadas en futuros estudios.
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