Por: Adolfo Miranda Sáenz (autor invitado)
Hay personas que dicen que “para castigar al gobierno de Daniel Ortega por no permitir elecciones libres y transparentes en Nicaragua, con observadores internacionales, son buenas y necesarias las sanciones que se aprobaron en la Cámara de Representantes y que se debatirán en el Senado de EE.UU.” Considero que fueron malas decisiones del gobierno no permitir la observación electoral de la OEA y de la Comunidad Europea, y no seguir sus recomendaciones para mejorar el sistema electoral. Fueron decisiones incomprensibles e innecesarias, aún si fuesen –como algunos creen- para garantizar el resultado electoral, si en las encuestas (incluyendo las de Borge y Asociados, aceptadas por todos) Daniel Ortega resulta el político con mayor número de simpatizantes. Pero también creo que es censurable que el MRS y los que antes
dirigían el PLI, hayan ido a Miami donde la congresista Ileana Ros-Lehtinen a pedirle que gestionara esas sanciones. Sea como fuese, si fueran aprobadas dañarían muy poco al gobierno y mucho al pueblo.
Hay personas que dicen que “para castigar al gobierno de Daniel Ortega por no permitir elecciones libres y transparentes en Nicaragua, con observadores internacionales, son buenas y necesarias las sanciones que se aprobaron en la Cámara de Representantes y que se debatirán en el Senado de EE.UU.” Considero que fueron malas decisiones del gobierno no permitir la observación electoral de la OEA y de la Comunidad Europea, y no seguir sus recomendaciones para mejorar el sistema electoral. Fueron decisiones incomprensibles e innecesarias, aún si fuesen –como algunos creen- para garantizar el resultado electoral, si en las encuestas (incluyendo las de Borge y Asociados, aceptadas por todos) Daniel Ortega resulta el político con mayor número de simpatizantes. Pero también creo que es censurable que el MRS y los que antes
dirigían el PLI, hayan ido a Miami donde la congresista Ileana Ros-Lehtinen a pedirle que gestionara esas sanciones. Sea como fuese, si fueran aprobadas dañarían muy poco al gobierno y mucho al pueblo.
La asistencia económica que EE.UU. da a Nicaragua es muy poca: algunas lanchas patrulleras a la policía, algunos equipos para situaciones de emergencia o algunos proyectos pequeños para ciertas comunidades por aquí o por allá. No significa mucho. Lo malo del proyecto de ley solicitado por el MRS y los antiguos PLI a Ileana Ros-Lehtinen es que mandaría al Gobierno de EE.UU. a votar en contra de los proyectos para Nicaragua en los organismos internacionales donde es socio, lo cual podría incidir en el Banco Mundial y el BID.
Como ejemplo cito algunos proyectos del Banco Mundial para Nicaragua: Fortalecimiento del Sistema Público de Salud para ampliar los servicios básicos, combatir las epidemias y situaciones de emergencia. Carreteras rurales en municipios pobres. Seguridad Alimentaria de la Costa Atlántica, o sea mejorar las condiciones para asegurarle la comida a los costeños. Infraestructura de comunicaciones en la Costa Atlántica para el desarrollo de los negocios en esta zona históricamente marginada. Veamos también algunos proyectos del BID: Desarrollo productivo de la Costa Atlántica. Agua potable para ciudades medianas. Construcción de dos hospitales primarios en áreas pobres. Reemplazo del mayor hospital regional de Nicaragua. Ampliar la cobertura de salud materno-infantil en zonas rurales con altos niveles de pobreza. Mejorar la atención de salud para niños menores de 5 años en los 22 municipios más pobres del país.
No veo cómo el suprimir proyectos como estos forzaría al gobierno a algo; no lo debilitaría ni lo pondría en peligro. El que sufriría es el pueblo. El mejor ejemplo del fracaso de este tipo de medidas es la misma Cuba donde nació Ros-Lehtinen. Sin embargo, aunque al gobierno le afecten poco, debe actuar para impedirlas porque su deber es proteger al pueblo. Siendo prácticos no podemos pensar en detener el proceso electoral a estas alturas, afectando a tantos partidos en campaña, pero todavía pueden hacerse cambios para mejorarlo, incluso invitar a observadores imparciales que aún estén dispuestos a venir; e inmediatamente después de las elecciones iniciar un diálogo de buena fe con todos los grupos políticos que quieran hacerlo también de buena fe, y concertar reformas electorales de fondo, teniéndolas listas para las cercanas elecciones municipales.
Pero –independientemente de lo que el gobierno haga o deje de hacer- todos debemos rechazar esas sanciones. No debemos apoyar que se afecten proyectos como estos. ¿Qué culpa tienen los costeños históricamente marginados, los niños pobres menores de cinco años o los enfermos de los municipios más pobres de Nicaragua, para que ellos sean los castigados? Yo apelo a la conciencia de aquellos que creen que esas sanciones son buenas y necesarias, para que reflexionen que poco daño le harían al gobierno y piensen en el sufrimiento –y quizá hasta en la muerte- de gente inocente. Nadie debería apoyar esas sanciones; por favor, seamos sensatos.
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