Cuando una película de bajo presupuesto como Déjame salir (Get Out) viene precedida por una retahíla de buenos comentarios, hay que tener puesta la antena para no dejarla pasar. En el caso que nos ocupa las expectativas se ajustan a lo esperado. Es un cinta refrescante, poliédrica, llena de giros inesperados, personajes icónicos y momentos inolvidables. ¿Te parece poco? Pues hay más: una curiosísima mezcla de géneros en la que destacan muy especialmente el terror y el humor y una lectura más profunda que nos puede llevar a pensar en el racismo de una manera muy irónica.
Chris (Daniel Kaluuya) es un joven afroamericano que sale con una chica blanca, Rose (Allison Williams). Él se siente algo incómodo, ya que ella le invita a realizar una escapada de fin de semana al norte junto a sus padres, Missy (Catherine Keener) y Dean (Bradley Whitford), los cuáles desconocen su etnia. Al principio, Chris piensa que el comportamiento complaciente de sus padres se debe al nerviosismo que les produce la relación interracial de su hija, pero a medida que pasan las horas, una serie de situaciones cada vez más inquietantes le llevan a descubrir una verdad inimaginable.
Jordan Peele (Sácame del paraíso) escribe y dirige esta película de terror protagonizada por Daniel Kaluuya (Sicario), Bradley Whitford (I Saw the Light), Allison Williams (la serie Girls), Caleb Landry Jones (X-Men: Primera generación), Ashley LeConte Campbell (Un sueño posible), Betty Gabriel (Experimenter) y Marcus Henderson (Woodlawn). A pesar de que creas saber por dónde va a tirar el guión de Jordan Peele, que debuta con esta película en la dirección, te va a sorprender cada cinco minutos para tenerte atrapado de principio a fin. A veces, esperarás un clímax terrorífico y te encontrarás un momento descacharrante y en otras ocasiones esperarás un chiste y te encontrarás enfrentado a tus propios prejuicios y presuposiciones. Vaya por delante que es una de esas cintas que se disfrutan mucho más en versión original por el tema de acentos, uso de jerga y demás, así que si tenéis ocasión de verla en ese formato, mejor que mejor.
Una de las mayores virtudes de Déjame salir (Get Out) es que no se parece demasiado a nada que hayas visto antes. Su arranque al estilo "Adivina quién viene a cenar esta noche" nunca te haría pensar por dónde discurrirá la trama. Y por fortuna ésta no se limita a recorrer caminos mil veces trillados sino que es refrescante y está jalonada de interpretaciones tremendamente intensas y a la par desconcertantes. La actriz Betty Gabriel, a quien recordaréis por Election: la noche de las bestias, tiene un par de secuencias demoledoras.
La dirección de actores es muy buena, se nota que la primera faceta del director/guionista es la de actor y que sabe por dónde llevar a sus intérpretes para exprimirlos al máximo. Lo que le falta de chispa a la trama o las pequeñas trampas que te tiende de cara a la gran sorpresa final, se sobrellevan mejor gracias al descaro de la historia y su banda sonora. Es una película en la que se nota que "le han echado morro" y les ha salido bien. Así que ahora que el director ha declarado que tiene más ideas para desarrollar en futuras películas, a mí me ha entrado mucha gusa por disfrutarlas tanto como ésta.
Déjame salir se define muy bien mediante adjetivos como audaz, impredecible, ingeniosa y rabiosamente actual. Nos lleva a su terreno desplegando el encanto de la serie B con mensaje pero sin moralina y acierta de pleno al abrirnos los ojos ante nuestra propia forma de comportarnos. Te encoge el ombligo cuando quiere, te hace reír a carcajadas cuando le da la gana y si no se te activa al menos una neurona con el tratamiento del racismo en la era posterior a Obama es que no has estado atento. Ésta es de las que no debéis dejar escapar porque os va a dejar, como al protagonista, clavados en la butaca hasta el último instante.
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