Atrás, bien atrás, quedaron los días plácidos en que los menores de edad salían a jugar sin que el vértigo de la velocidad los arrollara para siempre. De la noche a la mañana, una invasión de motocicletas se tomó a América Latina. En los campos de Colombia, al manso burro lo reemplazó el sonido de estos vehículos. Y con las motos aumentó el peligro. Hoy en la región, en accidentes de tránsito estas son la primera causa de muerte de los menores de 14 años de edad. Pasa a los pies del Cristo Redentor, en Río de Janeiro; en las vías que corren adyacentes al Río de la Plata, en Buenos Aires, o en la vasta Bogotá. “En
América Latina y el Caribe entre los siniestros de tránsito, los ocurridos en motos son la primera causa de muerte en niños entre 5 y 14 años, y la segunda entre la población de 15 a 44 años”, sentencia un dramático estudio conocido por EL TIEMPO.
América Latina y el Caribe entre los siniestros de tránsito, los ocurridos en motos son la primera causa de muerte en niños entre 5 y 14 años, y la segunda entre la población de 15 a 44 años”, sentencia un dramático estudio conocido por EL TIEMPO.
El informe, realizado entre otros por el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) y el Observatorio Iberoamericano de Seguridad Vial (Oisevi) detalla que “en países como Brasil, Colombia, República Dominicana y Uruguay la motocicleta se lleva alrededor de la mitad de los fallecidos por siniestros de tránsito”. El diagnóstico se hizo en 28 ciudades de la región en donde se evidenció que, por ejemplo, el uso del casco en los niños es una quimera. “En parte porque no existen cascos homologados para menores de 2-3 años”. También porque en general la reglamentación es arcaica o porque las autoridades se hacen los de la vista gorda ante semejante riesgo. En las poblaciones pequeñas e intermedias de Colombia, para citar un ejemplo, es común ver a toda la familia viajando sin esta elemental protección. Contrario a lo que ocurre en Bélgica, Dinamarca, Francia e Italia, en donde está prohibido que los menores de 10 años se trasladen en motocicleta.
Otro informe, también de la CAF, dice: “En los años 80 el sureste asiático tuvo un crecimiento acelerado de motos, alrededor del año 2000 este crecimiento se expandió al Oriente Medio y África y en la década del 2000-2010 el mismo fenómeno se dio en Latinoamérica”. Las posibilidades de un accidente aumentaron, en particular entre los jóvenes. La CAF pide tomar al toro por los cuernos y buscar soluciones. “Las motos han venido para quedarse. Las motos no son una pandemia, son una realidad y presentan muchas ventajas de transporte”, argumenta este organismo. Y destaca ejemplos para seguir. Es el caso de Costa Rica, donde se ha trabajado “mucho en el tema legislativo y de educación”, con “participación de las asociaciones de motociclistas”. Resultado de esta concertación allí se prohibió llevar menores de cinco años en moto.
Hay que empezar por lo básico. Dice el informe que en Latinoamérica es urgente “mejorar” el “proceso de obtención de la licencia de conducción para motociclistas”. En informes de la sección de Vehículos de EL TIEMPO se ha denunciado que obtener la licencia en Colombia es un chiste. Y no solo eso, las motos se entregan a los futuros compradores con un “firme aquí”. El viernes, el ministro de Transporte, Jorge Eduardo Rojas Giraldo, salió al quite y anunció más controles en Colombia para la expedición de las licencias. “Tanto para poder manejar un vehículo o una moto en la calle, y más si es de servicio público”.
Medida tardía pero plausible si se cumple. Porque en la calle, hay hechos irrebatibles: el mototaxismo es un medio de transporte habitual y el casco no lo usan los pilotos y sus pasajeros para protección sino para evitar que sean molestados por la Policía. La variable de niños afectados va en aumento también por razones físicas. Los niños, explica el estudio, tienen más probabilidades de sufrir porque su cerebro y cráneo son más vulnerables al no haber alcanzado la maduración completa. Solo “a los veinte años las placas óseas del cráneo están completamente cerradas”.
Otra gran diferencia del organismo de los menores está en el cuello, ya que en contraste con la cabeza, “es solo el 75 % del tamaño del adulto a los cuatro años y 85 % a los doce años”. Los músculos del cuello del niño son más débiles, los ligamentos pueden estirarse más y las articulaciones vertebrales del niño no registran tanto el movimiento hacia adelante como en los adultos. A su fragilidad, a los niños en la región les sumamos peligrosamente la imprudencia. El Instituto de Medicina Legal reporta que la muerte en accidentes de transporte aumenta cada año. “Las cifras vienen en crecimiento desde el 2005, sin embargo los mayores incrementos se están presentando desde el 2011”, afirma un informe de la entidad.
En el 2016 la cifra superó los 7.000 casos y “llegó a niveles de mortalidad que se registraban solo 20 años atrás; un retroceso determinante en el camino a mejores indicadores de seguridad vial del país”, agrega. La reflexión es sencilla: si el Gobierno volcó todos sus esfuerzos para ponerle fin al conflicto armado que consideraba su mayor dolor de cabeza, es hora de mirar lo que ocurre en las calles y carreteras para frenar en seco una mortandad que no cesa. El informe de la CAF dice que la situación en América Latina no será mejor “tanto no exista voluntad de los gobiernos y organizaciones vinculadas en incorporar, implementar y exigir requisitos mínimos que contribuyan con la reducción de muertes y lesiones a causa de los siniestros de tránsito”. Mientras se toman medidas, en Latinoamérica a esta hora hay ya 30 millones de motos.
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