A estas alturas de la vida, es difícil hacer algo innovador en la cocina: helados salados, platos con nitrógeno, espumas, deconstrucciones y combinaciones estrafalarias son ya habituales en muchos restaurantes vanguardistas. Cuando parecía que ya lo habíamos visto todo, un chef nos sorprende con una peculiar creación que mezcla cocina y arte de una forma bastante inusual y, honestamente, algo escalofriante: recetas dispuestas sobre la cara del cocinero. Por suerte, parece que no las van a servir en ningún restaurante. Walter Thompson es una de las agencias de marketing más importantes del mundo y por sus oficinas desfilan publicistas de primer nivel. El ambiente debe de ser tan inspirador que hasta el chef de su sede en Amsterdam, que cuenta con una cafetería de
lujo, se ha puesto creativo. Robbie Postma, el cocinero, y Robert Harrison, un diseñador gráfico amante de la fotografía, se embarcaron juntos en un proyecto llamado MENU. Su idea era reflejar todo el proceso de creación de un plato, destacando cada uno de los ingredientes por encima del resultado final. Y para presentarlo, no se les ocurrió otra cosa que servirlos en la cara del propio chef.
lujo, se ha puesto creativo. Robbie Postma, el cocinero, y Robert Harrison, un diseñador gráfico amante de la fotografía, se embarcaron juntos en un proyecto llamado MENU. Su idea era reflejar todo el proceso de creación de un plato, destacando cada uno de los ingredientes por encima del resultado final. Y para presentarlo, no se les ocurrió otra cosa que servirlos en la cara del propio chef.
Cada uno de los ingredientes, según cuentan los artistas, está colocado a mano cuidadosamente, sin ayuda de Photoshop. La obra es el resultado de un largo proceso de investigación, prueba de materiales, preparación, dirección artística y experimentación: de hecho, para sacar cada foto tuvieron que invertir hasta 9 horas. Después de un año de trabajo, el proyecto está finalmente terminado y las fotografías se expondrán en el célebre Shoot de Amsterdam el próximo 3 de abril. No sabemos si las imágenes son más propias de una exposición culinaria o de una de terror, pero tenemos que admitir que el resultado es ciertamente espectacular.
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