FUENTE: BBC
Khalil Rafati atravezaba su novena sobredosis de heroína y los paramédicos intentaban desesperadamente salvarle la vida. El equipo médico usó un desfibrilador para administrarle un shock eléctrico y el drogadicto finalmente recobró la conciencia. Eso fue en 2003, cuando Khalil tenía 33 años y dormía a la intemperie en las calles de Los Ángeles, California, en Estados Unidos. También era adicto a la pasta base de cocaína o "crack", pesaba apenas 49 kilos y su piel estaba cubierta de úlceras. "Fui arrestado más veces de las que puedo recordar (por delitos de drogas)", dice Khalil. "Estaba hecho un completo desastre... y siempre en tanto
dolor que no podía dormir". Aunque Khalil había tratado antes de dejar las drogas y fracasado, afirma que, después de su novena sobredosis, se dio cuenta por fin de que tenía que cambiar si quería seguir viviendo. Así que pasó cuatro meses en un centro de rehabilitación y, desde entonces, ha estado libre de drogas.
Khalil Rafati atravezaba su novena sobredosis de heroína y los paramédicos intentaban desesperadamente salvarle la vida. El equipo médico usó un desfibrilador para administrarle un shock eléctrico y el drogadicto finalmente recobró la conciencia. Eso fue en 2003, cuando Khalil tenía 33 años y dormía a la intemperie en las calles de Los Ángeles, California, en Estados Unidos. También era adicto a la pasta base de cocaína o "crack", pesaba apenas 49 kilos y su piel estaba cubierta de úlceras. "Fui arrestado más veces de las que puedo recordar (por delitos de drogas)", dice Khalil. "Estaba hecho un completo desastre... y siempre en tanto
dolor que no podía dormir". Aunque Khalil había tratado antes de dejar las drogas y fracasado, afirma que, después de su novena sobredosis, se dio cuenta por fin de que tenía que cambiar si quería seguir viviendo. Así que pasó cuatro meses en un centro de rehabilitación y, desde entonces, ha estado libre de drogas.
Después de dedicarse a vivir sanamente, Khalil ha tenido tanto éxito rehaciendo su vida que hoy en día es el fundador y propietario de Sunlife Organics, una reconocida empresa de alimentos saludables en California que lo ha hecho millonario. Con ventas anuales de más de US$6 millones en sus seis sucursales -que son una combinación de café y bar de jugos- y vía su sitio internet, la compañía se prepara para expandirse a otros 16 estados y a Japón. A sus 46 años y acostumbrado a viajar en jet privado, ha sido un largo trayecto desde sus días durmiendo en las calles. El hecho es que la historia de Khalil podría ser el argumento de una película de Hollywood.
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Nació en Ohio, en el centro de EE.UU., hijo de una madre judía polaca y un padre musulmán. Tuvo una niñez turbulenta, abandonó la escuela sin un diploma y fue arrestado por vandalismo y hurto. En 1992, a los 21 años, se trasladó a Los Ángeles con el sueño de convertirse en una estrella de cine. Su carrera como actor nunca despegó, pero empezó a tocar en conjuntos musicales locales y logró tener un buen ingreso lavando los autos de estrellas de Hollywood que incluían a Elizabeth Taylor, Jeff Bridges y Slash, el guitarrista de Guns N' Roses. Sin embargo, pronto se sumió en las drogas y su vida entró en una espiral descontrolada. Terminó durmiendo dentro de cajas de cartón al lado de otros adictos y vendiendo drogas para costearse su propia adicción. Pero, después de esa fatídica novena sobredosis, la vida de Khalil cambió completamente para bien. Tras lograr superar la drogadicción, se mantuvo ocupado con varios trabajos.
Además de trabajar en dos centros de rehabilitación en Malibú, lavó autos, sacó perros a caminar e se dedicó a la jardinería. "Pude ahorrar dinero", cuenta. "Trabajé arduamente, siete días a la semana, 16 horas al día". Khalil también empezó a obsesionarse con hacer sus propios jugos de frutas y vegetales, después de encontrarse con un viejo amigo de Ohio. "Él era más o menos un hippie que empezó a enseñarme sobre vitaminas, comida orgánica y alimentos súper nutritivos", explica. "En ese momento yo buscaba cualquier cosa que me hiciera sentir mejor". En 2007, Khalil arrendó una casa y abrió su propio centro de rehabilitación, Riviera Recovery, para clientes que pudieran pagar los US$10.000 al mes que costaba la estadía. Para esos residentes, Khalil les preparaba una mezclas de jugos exóticos como el que llamaba "Wolverine", una combinación de banano, polvo de maca, jalea real y polen.
Con el tiempo, la reputación de estas bebidas empezó a crecer y la gente lo llamaba para comprarlas. Se dio cuenta de que había suficiente demanda para establecer un negocio separado así que, en 2011, Khalil lanzó Sunlife Organics, en asociación con su mejor amigo y su entonces novia. Financió el negocio con sus ahorros y la primera sucursal abrió en Malibu. Khalil asegura que fue un éxito inmediato, alcanzando US$1 millón en ventas el primer año. Hoy en día, la empresa emplea a más de 200 personas en sus 6 sucursales. Además de jugos, ahora vende una gama de alimentos y ropa, como camisetas y sudaderas. Rob Nazara, un analista de Deutsche Bank en Nueva York, dice que la historia de Khalil revela una verdadera fortaleza de carácter. "No importa los antecedentes educacionales o profesionales que se tenga, el éxito de un empresario está impulsado por temple, determinación y ambición", afirma.
Además de Sunlife Organics, Khalil todavía administra Riviera Recovery y es dueño de un estudio de yoga en Malibú. También se tomó el tiempo para escribir su autobiografía, "Me olvidé de morirme", publicada en 2015. "No me considero súper inteligente", comenta Khalil. "Pero tengo apetito por la vida y me lanzo de lleno a algo cuando me propongo hacerlo".
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