El hollín hizo que el escritor Gonzalo Arango, en los años 70, se refiriera a esta ciudad como una "pequeña Detroit", recuerda a RT el activista Daniel Suárez. El paisaje emborronado por la espesura del aire no ha mejorado demasiado desde entonces, pero la responsabilidad ya no recae únicamente en la "tisis industrial" de las fábricas. El incremento desmedido del parque automotor en la segunda cuidad más importante de la nación es responsable del 80% de las emisiones contaminantes. "Aquí hay un vehículo por cada tres habitantes y eso significa que el aire que hoy se respira en la ciudad se deteriore mucho más", comenta Suárez.
Esta ciudad es Medellín, Colombia. Un estudio del epidemiólogo Elkin Martínez reveló que en los últimos 30 años han fallecido unas 65.000 personas por afecciones respiratorias vinculadas a la contaminación del aire. En 2016, la cifra de víctimas mortales asociadas a esta problemática ascendió a 3.000, es decir, un promedio de ocho muertes por día; una cada tres horas. Cuatro alertas naranjas han inaugurado el 2017 y la emergencia ya parece inminente, pero, ¿cómo llegó Medellín al ranking de las 10 urbes más nocivas para los pulmones en Latinoamérica? Medellín es una urbe colombiana enclavada en el Valle de Aburrá, en el departamento de Antioquia. Por su condición geográfica, una cadena montañosa impide que el aire contaminante circule y, en vez de eso, se concentre. "En una temporada seca alta, la polución se queda dentro y tarda mucho en salir. Es allí cuando sucede la situación de emergencias o alertas ambientales", comenta Suárez.
En la ciudad -que una vez fue considerada la más violenta del mundo- las cifras de muertes anuales por la contaminación del aire cuatruplican la de homicidios. "Muchas personas en el gobierno intentaban minimizar el problema hasta que el año pasado se empezaron a mostrar las mediciones de las estaciones de monitoreo, que chequean los niveles de P.M. 2.5 (cantidad de partículas sólidas o líquidas dispersas en la atmósfera)", sostiene por su parte el economista y magister en gestión de transporte, Diego Zapata. Los máximos permisibles de P.M. 10, según el Índice de Contaminación del Aire (ICA), son 100 microgramos por metro cúbico, pero en Medellín se han registrado hasta 124, detalla una investigación recientemente publicada en el portal Más Urbano. La "pequeña Detroit" latinoamericana sigue arropada de esmog y no está demasiado lejos de los 153 microgramos que se respiran en Beijing.
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Luis Ángel y Emiliano son dos niños que fueron llevados este martes a un centro médico de Medellín. El primero por una fuerte infección pulmonar y el segundo, cuenta su madre Cristal Solano, "por un cuadro bacteriano respiratorio". Las afecciones más comunes son alergias, rinitis, infecciones en la garganta y en los oídos. Aunque el gobierno local ha divulgado el protocolo de contingencias que emula el que se utiliza en Chile, aún no se tienen noticias sobre el plan para atacar las causas del problema: "las iniciativas gubernamentales son muy pocas y en el acuerdo metropolitano de 2011 solo se menciona el programa para la descontaminación del aire, que no ha sido entregado ni socializado con la ciudadanía", afirma Zapata.
Suárez coincide con la opinión de que las políticas públicas actuales son insuficientes y considera que las principales medidas que deben tomarse son: el control del parque automotor, el mejoramiento de las unidades de transporte público, la concienciación de la ciudadanía sobre el uso racional de los vehículos particulares y "una revolución que vaya hacia los medios de transporte eléctrico". Pero el cuello de botella es cuánto cuesta. Suárez estima que una de las razones que ha impulsado la proliferación de las motos en la ciudad, en detrimento del aire, es que "las personas encuentran más económico adquirir ese vehículo que utilizar el transporte público".
Un pasaje de bus cuesta en Medellín 2.000 pesos (0,71 dólares) y el del Metro vale 2.100. "Algunas personas necesitan hasta cuatro pasajes diarios para ir del trabajo a la casa y de la casa al trabajo. Con ese cálculo, al mes estarían perdiendo un promedio de 250.000 pesos y acá el salario mínimo es de 800.000", explica Suárez para evidenciar la aritmética que pone en aprietos el presupuesto familiar paisa. En las zonas más pudientes, el panorama tampoco es alentador. Se estima que en El Poblado, lugar en el que se asentaron los pujantes industriales de Medellín y hasta capos del narcotráfico como Pablo Escobar, hay una media de dos carros por familia. Los vehículos que queman carburante a diario cargan aún más el espeso aire de la ciudad. Una de la propuestas planteadas ha sido exigir a Ecopetrol la distribución de un combustible de mejor calidad, que pase la gasolina de 300 partes por millón de azufre (ppm) a 50 ppm, y el diesel de 50 ppm a 10 ppm, pero Colombia no tiene las refinerías para lograrlo ni leyes que lo hagan cumplir. Aún así, hay quienes argumentan que esa no es una solución sostenible en el tiempo.
"Por las condiciones atmosféricas y topográficas de este valle, en mi opinión, el diesel no es la solución", sostiene el especialista gestión de transporte, quien también apuesta más al sistema de movilidad eléctrico, aunque reconoce que el avance de esos proyectos es incipiente. "Existe una estrategia de movilidad eléctrica impulsada desde ciertos sectores, incluida el Área Metropolitana, y acompañada por dos empresas públicas de este valle (Metro de Medellín y Empresas Públicas de Medellín) para hacer la transición hacia ese sistema. Hay un primer avance de dos buses eléctricos, pero si comparamos eso con el total del parque automotor, es una cifra realmente ínfima".
Pero mientras esperan por el plan del gobierno regional para descontaminar el aire, las organizaciones sociales articulan un movimiento para ejercer su derecho a llenar sus pulmones sin temor a contraer enfermedades. Llevan volantes por toda la ciudad en bicicleta, celebran foros, polemizan en redes sociales y buscan "apoyo legal muy fuerte para que haya solución en este tema", dice Suárez, quien no se resigna a que la ciudad se quede para siempre como la retrató Arango, a solas con Medellín: "A veces apestas a gasolina y hollín, mi pequeña Detroit. Cuando me abrumas con tus puercos olores siento piedad por tu insensato autodesprecio. Ni siquiera hay un rinconcito en tu monstruoso corazón de máquina para que florezca la flor bella, la flor inútil de la Poesía".
Pero mientras esperan por el plan del gobierno regional para descontaminar el aire, las organizaciones sociales articulan un movimiento para ejercer su derecho a llenar sus pulmones sin temor a contraer enfermedades. Llevan volantes por toda la ciudad en bicicleta, celebran foros, polemizan en redes sociales y buscan "apoyo legal muy fuerte para que haya solución en este tema", dice Suárez, quien no se resigna a que la ciudad se quede para siempre como la retrató Arango, a solas con Medellín: "A veces apestas a gasolina y hollín, mi pequeña Detroit. Cuando me abrumas con tus puercos olores siento piedad por tu insensato autodesprecio. Ni siquiera hay un rinconcito en tu monstruoso corazón de máquina para que florezca la flor bella, la flor inútil de la Poesía".
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