Un antiguo agente de la Unión Soviética dice tener pruebas que demuestran que Josef Stalin (1878-1953), el máximo líder del comunismo soviético, espió a su homólogo chino Mao Zedong, entre otros mandatarios, analizando sus excrementos. ¿Cuál era su propósito? Según Igor Atamanenko, con esos análisis pretendían construir retratos psicológicos de los líderes mundiales de la época. De acuerdo con información publicada en la prensa rusa, la policía secreta de Stalin creó un departamento especial para "meter las manos" en los excrementos de diferentes líderes extranjeros. En otras palabras, hacer tareas de espionaje a través de las
heces fecales.
heces fecales.
Muy extravagante
Atamanenko se atribuye haber destapado este "inusual" proyecto, luego de haber hecho una investigación en los archivos de los servicios secretos del gobierno ruso. "En aquellos días, los soviéticos no contaban con los dispositivos de espionaje que los servicios secretos usan ahora", explicó el exagente soviético. "Es por eso que nuestros especialistas se inventaron una manera más extravagante de extraer información sobre una persona". Atamanenko señaló que el hombre de confianza de Stalin, Lavrenti Beria, fue el encargado de montar el laboratorio secreto de heces. "Por ejemplo, si detectaban (en los excrementos) niveles altos del aminoácido triptófano, concluían que la persona era calmada y accesible", indicó Atamanenko.
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"Pero la falta de potasio en las heces fecales se veía como una señal de un temperamento nervioso y de insomnio". Atamanenko asegura que en diciembre de 1949, espías rusos emplearon este sistema para "evaluar" al líder comunista chino Mao Zedong (1893-1976) mientras estuvo de visita en Rusia. Supuestamente instalaron baños especiales para Mao que no estaban conectados a tuberías sino a cajas secretas. Durante 10 días, el gobierno soviético se dedicó a alimentar y dar de beber a Mao Zedong, y sus desechos fueron llevados al laboratorio. Tras un exhaustivo análisis, Stalin aparentemente decidió firmar un acuerdo con el jefe chino.
Estoy aquí para hacer más que comer
El periodista e historiador David Halberstam escribió en su libro "La Guerra Olvidada" sobre lo ocurrido en aquella visita de Mao a Rusia: "Cuando Mao aterrizó en Moscú, anunció que China aspiraba a una alianza con Rusia, pero enfatizó en que solo sería posible si se trataban como iguales. En lugar de eso, se le dio una lección diaria. Se convirtió tanto en un 'invitado como en un secuestrado', según las palabras de Ulam. Así que (Mao) gritaba a las paredes, seguro de que Stalin tenía micrófonos instalados: 'Estoy aquí para hacer más que comer y defecar'".
Uno de los periódicos más populares en Rusia, el Pravda Komsomolskaya, reportó que el sucesor de Stalin, Nikita Khrushchev, desechó el proyecto y cerró el laboratorio. La BBC contactó al Servicio de Seguridad Federal de Rusia (FSB, por sus siglas en ruso), para confirmar de la existencia de ese laboratorio. Su respuesta fue: “No podemos hacer ningún comentario al respecto”.
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